jueves, 23 de mayo de 2013

Cuento que se repite..... Y repite....... Y repite


 

Érase una vez, un hombre muy tranquilo que vivía por el pueblo de Constantinopla. Al igual que siempre, a las siete se levantaba e iba trabajar, tenía un puesto de diario, conocidopor su chapa y pintura, muy característica, violeta. Aunque la gente en el pueblo no le gustaba las actitudes de este hombre, su puesto de diarios era muy completo. Desde un principio siempre trato de forma arisca, terca, y todo lo malo junto a los madrugadores de domingo que iban a comprar el diario. No hacía mucho que estaba en el pueblo por eso nadie sabía si tenía familia, donde se crio, si tuvo amigos en la infancia, ni como había llegado a ese pueblo, solo sabían que vendía diarios por que le gustaba la música. El ser diariero siempre le facilito al hombre para poder informarse de la música, tenía las revistas que quería y podía leer todo el tiempo.

Su casa, la más alejada del pueblo, era antes de una viejita que murió a la edad de 102 años. Aunque por afuera parecía un hogar estable, adentro solo eran cinco cuartos: la cocina vacía en su blancura, el living que lo hizo biblioteca cubriendo dos de las cuatro paredes por estantes llena de libro y discos de su padre, un baño que ni siquiera cortina en la ducha tenia, y por ultimo su cuarto con solo una cama y un ropero con las mismas camisas blancas y pantalones azules y negros. Él sabía que no iba a estar mucho tiempo en este pueblo.

Un día, un vecino muy enojado con la vida, enojado con su esposa infiel, con su jefe exigente, con sus amigos poco sinceros, quiso ir a comprar el diario. Cuando llegó al puesto este hombre como a todos lo trato de manera cortante a lo que este hombre respondió de manera peor. Una fuerte discusión llevó al vecino tirar todo lo que tenía a su alcance y al hombre a salir de su covacha para frenar al vecino. Este responde noqueando de una piña en el lado derecho de la cabeza y así dejarlo inconsciente. El Hombre se levantó y, además de su dolor de cabeza, su dolor por que nadie lo había ayudado. Y al ver su local: vacío. No solo nadie lo había ayudado sino que también se habían llevado todo lo que en su local había. Enojado fue a su casa empacó todos sus libros y discos hizo las maletas y se fue. Tres meses habían pasado desde que había llegado a Constantinopla y ya se estaba yendo. Este duró menos que el de antes.

A empezar todo de nuevo fue lo que pensó en ese momento. Dos días después llegó a otro pueblo, Campania. Busco una casa en las afueras para que nadie lo molestara, no la decoró solo acomodó lo que tenía. Dos semanas después se puso su nuevo puesto de diarios color violeta. La gente le empezó a comprar y como buenos vecinos todas las mañana lo saludaban lo que el respondía con una mueca y seguí sin responder. Todos los días se levantaba a las siete para ir a trabajar. Ni un mes paso y ya el pueblo se dio cuenta de cómo era hombre, arisco, terco, y todo lo malo junto.

Ocho meses pasaron cuando un día, un vecino muy anciano enojado con la vida, con la policía que no le hacía caso, con la inflación que lo dejaba comprar lo que él quería, y con lo poco que le pagaban de jubilación quiso ir a comprar el diario. Cuando llegó al puesto este hombre como a todos lo trato de manera cortante a lo que este hombre respondió demanera peor. Una fuerte discusión llevó al anciano a  tirar todo lo que tenía a su alcance y al hombre a salir de su covacha para frenar al anciano. Este responde noqueando de una piña en el lado derecho de la cabeza y así dejándolo inconsciente. El Hombre se levantó y,a pesar de su dolor de cabeza, su dolor por que nadie lo había ayudado le pesaba más. Y al ver su local: vacío, no solo nadie lo había ayudado sino que también se habían llevado todo lo que en su local había. Enojado fue a su casa empacó todos sus libros y discos hizo las maletas y se fue. Dos días después llego a otro pueblo se compró una casa en las afueras y se puso su puesto de diarios color violeta.

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